En esta ocasión tuve la oportunidad de entrevistar y conocer la vida de una Dragqueen.
Entre pelucas, vestidos vaporosos, capas, pestañas de varios centímetros de largo, colores y maquillaje, ingresé en un mundo totalmente desconocido para mí, un mundo que tal vez podría aportarnos algunas lecciones sobre tolerancia y respeto, un mundo de libertad, de brillos, de expresión, arte y cultura.
Cuando llegué me recibió un chico poco más alto que yo, voz grave de bajo, cejas pobladas y atractivo que ya lleva puesto maquillaje color blanco a base de aceite, cabello totalmente hacia atrás sujetado por un gorro tejido, mallones azules y una bata con algunas manchas de maquillaje. Su estudio es un lugar pequeño, sin ventanas y con cientos de discos de música, decorado principalmente por su vestuario y accesorios.
Observo cómo difumina su maquillaje usando un polvo color azul y mientras sigue con su arreglo, empiezo por preguntarle qué significa ser “Drag Queen”.
Pues bien, el término Drag o Dragqueen se refiere a un personaje ficticio que puede o no ser gay, las edades de quienes los practican van de los 16 a más de 60 años y hay algunas que gustan de ser andróginos, no busca como tal convertirse en mujer y no busca imitar figuras públicas sino que es una identidad con sus propios rasgos y nombre, una especie de alter ego.
El arte Drag surge como un elemento dramático durante la segunda mitad del siglo XIX y ha ido evolucionando. Hace algunas décadas, la violencia de género era tal, que salir era arriesgarse no sólo a agresión verbal sino física, a raíz de esto las Drags de aquellos tiempos se reunían con amigas y se arreglaban en casa de una de ellas para poder salir en grupo y protegerse, esta práctica se sigue haciendo denominándose Casa Drag, pero actualmente cada casa ha ido desarrollándose por su cuenta creando así, una enorme gama de corrientes artísticas, es así que por ejemplo, House of Banana (la casa que estoy visitando) tiene una corriente artística donde dedican sus conocimientos al arte Drag, fusionando danza clásica y ópera a un espectáculo de cabaret con canto y música en vivo, donde cada una de sus canciones narran sucesos sobre la violencia de género, buscando crear conciencia en sus espectadores.
El arte Drag utiliza todo el baile de estilo como es el perreo, vogueo, twerk pero la «Gioconda», como madre Drag de House of Banana, ha tenido la oportunidad de demostrar sus conocimientos en ballet clásico, para así formar estilos distintos y personales de acuerdo a cada Drag. Las madres Drag son las que lideran las casas, guían a un novato sobre cómo maquillarse, usar y ajustar la peluca, comportarse, hablar y conocer el ambiente general, prácticamente es la responsable artística del show de cada una de sus hijas.
…En este momento saca una pizca de diamantina que esparce sobre su rostro, ha terminado de dar forma a sus ojos, los ha delineado cuidadosamente y con una destreza que le envidio ligeramente, le pregunto si entonces ya puede ser considerado la madre drag de su propia casa, me responde que si, haciéndome una broma sobre su edad y su figura delgada, luego sigue la conversación…
En México este ambiente es más grande de lo que muchos imaginan, pero al permanecer underground aún está un poco oculto. Es hermético y definitivamente es difícil ser aceptado en él.
La discriminación es algo con lo que las Drags luchan en su día a día y casualmente no es sólo de la comunidad heterosexual sino también por parte de la comunidad homosexual, ir a un antro Gay en Drag es sinónimo de ofensas y rechazos.
La «Gioconda», es una Drag que empezó siendo cantante de ópera hace algunos años cuando representó el papel de mamá Agatha en “Viva la Mamma”, espectáculo que duró 18 meses con 16 funciones en total. Fue en ese momento cuando tuvo que enfrentar el hecho de vestirse de mujer y fue conociendo otras personas que acostumbran la práctica Drag, así que un día, decidió vestirse en caracterización, maquillarse con todo el estilo y salir a la calle. De manera inmediata entró al ambiente Dragqueen. Es honesta, sincera y se ha convertido en toda una activista, siente una gran responsabilidad social y busca heredar el arte, porque para que ella pudiera salir en tacones a la calle, sus antecesores han pasado por humillaciones, difamación, tortura e incluso la muerte y es algo que ella no está dispuesta a permitir que se olvide. También está decidida a quitar el cliché de que toda Drag tiene alguna adicción pues no siempre es así.
A esta altura de la plática, La Gioconda está hecha y derecha. Se ha puesto su peluca blanca que hace contraste con el maquillaje, una vaporosa bata color dorado y unas botas de charol con los tacones y plataformas más altos que he visto y que le ayudan a llegar cerca de los 2 metros de estatura.
Salimos a la calle para tomar algunas imágenes, las reacciones de la gente no se hacen esperar. Su presencia impacta a cualquiera, deja boquiabiertos a algunos, otros tropiezan o chocan con objetos por caminar mientras sus miradas se concentran en ella, otros sencillamente se detienen pasmados, nadie se burla abiertamente.
Recorremos 3 calles y llegamos a un parque con juegos infantiles pero sin niños, seguramente es la hora pues es medio día. Una pareja de ancianos pasan junto a nosotros mientras la Gioconda despliega, con elegancia, su abanico y me regala algunas de las más sensuales y femeninas poses. La pareja de nuevo voltea a verla, el señor con incredulidad y la señora con alegría suelta sonoras risas y sigue caminando mientras admira el esplendor de mi amiga.
Gioconda me explica que gay o no, una Drag debe ser tratada como una mujer cuando se encuentra en su caracterización. Sin embargo me hace algunas observaciones de adjetivos o palabras que no se deben utilizan o digamos, son exclusivas entre ellas como son “maricón, joto, etc”.
Para mi sorpresa descubro que la gente no la agrede, no le gritan ni la ofenden, se quedan viendo guardando una distancia considerable porque no están muy seguros de cómo actuar, el mundo está cambiando, la tolerancia se ha incrementado, así como el respeto y la curiosidad hacia nuevas tendencias, pero es gracias al trabajo y labor de nosotros mismos que se está dando ese cambio. «La discriminación hacia una Drag comienza en ella misma, es increíble descubrirte siendo discriminador e intolerante” me dice Gioconda, “la comunidad LGBTT es particularmente agresiva y a través de estos años como Drag he descubierto que es algo que se aprende y se absorbe, me ha bastado ver la reacción de los niños hacia mí para saber que las personas no nacemos discriminantes”.
Millie Rosas.

Luisa Cecilia Rosas
Estudia la licenciatura en Biología en la Universidad Autónoma Metropolitana y realizó trabajos voluntarios en el área de fauna en el zoológico de Chapultepec, el Acuario de Veracruz y en campamento tortuguero amigos del mar A. C. Ha realizado algunos estudios sobre comportamiento y manejo de fauna silvestre en cautiverio.
En 2013 perteneció a la sociedad mexicana de fotógrafos de naturaleza donde tuvo la oportunidad de ser paisajista y comenzar poco a poco con retrato.
En 2014 empieza a aprender sobre boudoir volviéndose su único estilo fotográfico durante un tiempo, en 2015 ingresa a Fotógrafos Profesionales de la Ciudad de México donde continúa actualizándose, en 2016 se aventura a la fotografía de eventos sociales, especialmente fiestas infantiles. En 2018 trabajo para la Secretaria de Educación Pública en la Dirección General de Educación Indígena para las portadas y fotografía de interiores de los programas de estudio en lenguas indígenas de la nueva reforma educativa.
Actualmente se dedica a retrato infantil y es voluntaria en Rescate Zarigüeyal, una asociación de divulgación científica y educación ambiental en Yucatán.