Mucho se habla hoy en día de la fotografía boudoir, un término que no está debidamente conceptualizado en la lengua castellana y mucho menos definido. El término viene del francés, y hace referencia a un espacio destinado para las damas de alta sociedad, la nobleza y la realeza, un espacio privado al que los hombres no pueden acceder a menos que sea a partir de una invitación directa de la mujer.
Éste, es un lugar íntimo, único, donde la dama se embellece, se consiente y se cobija, es un espacio donde se siente libre, tranquila y disfruta de su soledad. Claro que esto hace referencia a épocas pasadas, épocas donde reinas, princesas, duquesas y más, encontraban en estos espacios el lugar adecuado para un encuentro consigo mismas.
La fotografía boudoir busca esos elementos, trata de evocar esa singularidad tan especial, ese ambiente y esa atmósfera seductora e íntima. Actualmente, referirnos al boudoir, nos remite la idea de una fotografía realizada a partir de un elemento único, un elemento femenino sin más. La mujer es el tema central en este estilo fotográfico, realizamos tomas donde se hace referencia a todo lo descrito anteriormente, a una situación de intimidad, soledad, descanso y ensimismamiento. El objetivo claro que se busca en el boudoir es capturar la belleza de la mujer en una situación casual, aprovechando la luz natural, cuidando detalles de encuadre y composición que logren resaltar aún más esa belleza femenina y capturen, como dije antes, esa atmósfera de seducción.
Entrar en ese espacio tan restringido debe tomarse como una oportunidad única, y no me refiero a poder tener acceso a un boudoir «real», sino de traer a nuestra locación todo ese ambiente de privacidad, libertad, sensualidad y convertirnos de esa manera en testigos, o mejor dicho, espías de la intimidad; lo cual es un concepto que considero el adecuado, al ser exactamente en lo que nos convertimos al fotografiar a nuestra modelo en una sesión boudoir.
Como último apunte en esta breve reflexión, debemos recordar que este tipo de fotografía se caracteriza por ser artístico, fino, puede incluir o no el desnudo, puede tener toques de sensualidad y coqueteo, puede incluso ser sugerente, pero lo que se debe evitar, a toda costa, es caer en lo vulgar. Nuestra fotografía boudoir, desde mi punto de vista debe poseer tres componentes fundamentales, que son la sensibilidad, la creatividad y sobre todo, muy buen gusto.

Licenciada en antropología, fotógrafa autodidacta y empresaria. Obtuvo los premios: Premio Diosa de la Luz categoría Glamour por trayectoria y portafolio, primer lugar en el concurso del Salón de la Foto Guadalajara; reconocimientos del periódico La Unión de Morelos y Mujeres Empresarias como fotógrafa y directora de portadas; tercer lugar en el concurso Temas en Imágenes de la revista Temas Antropológicos de la Universidad de Yucatán. Su trabajo se seleccionó en revistas especializadas de fotografía como Cuartoscuro®, Fotozoom® y PHOTO®. Participó en exposiciones colectivas en México y realizó cuatro individuales, dos en México y dos en Francia. Fue profesora de fotografía de nivel medio y superior y tallerista de retrato fotográfico. Presentó ponencias de antropología social en el INAH. Es coeditora de la revista Consentidos. En 2007 fundó la empresa de servicios fotográficos CF Studio, donde es directora y fotógrafa. Su trabajo actual como artista se enfoca en establecer reflexiones en torno a las relaciones y percepciones humanas desde un punto de vista antropológico.