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EL DESNUDO EN FOTOGRAFÍA

                                                                                     

                                                                                                       EL DESNUDO EN FOTOGRAFÍA

El desnudo en la pintura o escultura desde sus inicios fue considerado un tema artístico, en cambio el desnudo en la fotografía comenzó con una historia diferente, ya que no se relacionó con el arte en un inicio; recordemos que uno de los primeros debates al inicio de la fotografía es que fue considerada una herramienta para “capturar” fragmentos de la realidad, algo fiel a los hechos y a la naturaleza de las cosas. Por consecuencia, al ser más «real» tardó en demostrarse su subjetividad y considerarse un arte. En temas del cuerpo y del desnudo, se consideraba obscena, adquirió connotaciones sexuales y no artísticas; aunado a esto, por su carácter “realista”, estaba más apegada a ser un documento antropológico en vez de ser una expresión artística.

 

  Se podría decir que la fotografía de desnudo o erótica comenzó como un negocio mucho antes de ser pensada como arte. Las primeras modelos en acceder a retratarse solían ser prostitutas, bailarinas o jóvenes a cambio de unas monedas. Las poses usadas en las composiciones eran tomadas de piezas clásicas de la pintura o escultura; ninfas en un campo o mujeres recostadas en divanes, por ejemplo, ya que eran la única referencia y fuente gráfica que se tenía.

 

Con los pictoralistas, a finales del siglo XIX, que algunos pintores empezaron a experimentar con la fotografía de desnudo, buscando una intención más artística. (Alfred Stieglitz, Robert Demachy). Es a finales de este siglo, que podemos decir que había tres tipos de fotografía de desnudo: la antropológica (buscaba catalogar, estudiar y evidenciar las diferencias de los diferentes grupos humanos en el mundo), la pornográfica erótica (que se adquiría en el mercado negro al ser ilegal) y la realizada desde una visión artística (primeras exposiciones).

              

 

 Esto me lleva a hacer una reflexión sobre la diferencia entre la fotografía de desnudo de registro; la erótica y la que busca ser artística, la línea desde sus inicios ha sido muy delgada, a diferencia de otros medios considerados artísticos desde sus inicios como la pintura o escultura. La fotografía ha luchado por abrirse paso en galerías, aún cuesta trabajo considerarla un arte por su apego a la realidad, y el desnudo sigue generando polémica al no distinguirse de inmediato como arte. Existe el desnudo en fotografía comercial, editorial, artística y pornográfica. Y distinguir cada una va más allá del medio en que se imprime. Así que nosotras como fotógrafas debemos tener muy claro cuando hacemos un desnudo, la intención de lo que queremos transmitir.

 El cuerpo humano, su belleza, su vulnerabilidad, es el tema principal de la fotografía artística de desnudo, a diferencia de una fotografía por encargo o de editorial que busca resaltar la sensualidad y provocación. Muchas veces incluso cuando tenemos una modelo, tiende a hacer poses demasiado sexys cuando buscamos algo más sutil. O muchas veces también en fotografía boudoir un simple no mirar a la cámara puede volver nuestra foto más íntima, que la misma foto con mirada directa a la cámara se vuelve mucho más provocativa, la lectura es totalmente distinta. Por eso es muy importante saber dirigir, sobre todo en una sesión de desnudo.              

                                                                              

En lo personal considero que las mujeres tenemos una mirada como fotógrafas muy distintas a los hombres. Liberada en muchos sentidos de estereotipos y mucho más íntima. Probablemente debido a que las mujeres vivimos la sensualidad y el erotismo muy distinto a los hombres, menos visual pero más creativo y sugestivo. Además tendemos a estar más relajadas, nos cohibimos menos y lo vemos con mayor naturalidad. Lo cual puede resultar en imágenes interesantes y artísticas.

 

Ya sea que queramos una imagen de glamour, erótica, artística o editorial, el primer paso es identificar las diferencias para saber dirigir y seleccionar el lugar y encuadre de acuerdo a lo que queremos. En segundo lugar, como en toda fotografía de retrato, es la iluminación y la pose, ya sea algo natural o elaborado. El respeto a nuestra modelo es sumamente importante también. Si nosotras nos sentimos cómodas y tenemos claro lo que queremos de imagen final, lo transmitiremos a nuestros modelos y el trabajo tendrá mejores resultados.