¿Saben?
Me siento frustrada… mientras un grandioso congreso de fotografía ocurre, yo estoy aquí, en mi casa, usando pijamas, cargando a mi hijo de 8 meses con el fular.
Viendo los lives en Facebook de los ponentes, no puedo evitar pensar: “Cielos! ese fotógrafo y yo estuvimos juntos trabajando de staff hace algunos años en el mismo congreso… y hoy él está de ponente, mostrando cuán exitoso y profesional es en su trabajo”.
No pude evitar sentirme celosa de su éxito… alguna vez, en tiempos prehistóricos, en esta “carrera profesional de fotografía” estábamos a la par, al mismo nivel.
Y hoy, heme aquí, pensando: ¿qué me pasó? ¿qué hice? ¿qué no hice?
Todo son decisiones, me dicen siempre.. será? ¿Qué hice diferente en estos últimos años?
Bueno, para empezar, decidí tener hijos. El que está ahí enfrente puede decir que también los tiene, cierto? Ustedes pensarán que estamos en igualdad de circunstancias, ambos somos padres, no?
La realidad es que no estamos igual, para nada!
Los dos tuvimos hijos, es cierto, pero yo soy madre ahora de dos pequeños aún bebés. Mis prioridades cambiaron, no siendo así el campo de juego donde ocurre la carrera.
Y ese fue mi error, pensé que podía seguir en la carrera, esa misma carrera al lado de mis compañeros fotógrafos varones; pero no es así.
Mis condiciones, mi vida entera ha cambiado y si pretendo seguir en la contienda, sería como seguir nadando en una competencia donde yo traigo bloques de cemento atados a mis piernas… y todo este tiempo he seguido dando brazadas y patadas sin avanzar, viendo como mis compañeros me rebasan, sí, esos con los que compartía igualdad de circunstancias y que venían mucho atrás cuando inicié.
Ahora me doy cuenta que lo estoy viendo de una forma errónea. Si lo sigo viendo como una competencia, estoy perdida, porque ni estoy en la misma categoría ni el terreno es parejo para todos.
La competencia (de haberla) es conmigo misma, es saber que este camino no tiene línea de llegada, y que la meta debería ser disfrutar el camino.
Se trata de hacer tu propio terreno, tu propia propuesta, tu propio todo, sin buscar aprobación de nadie más que tú, sin buscar medallas o reconocimientos vacíos. Es en verdad ir por el home run, ese ideal que al final del día te importe más y que te va a dejar llena y realizada.
Hace 4 años mi vida profesional, sin darme cuenta, ya había cambiado, se ha vuelto más rica, más llena de sentido, más madura.
Mi trabajo ahora consiste en crear y proponer, ya basta de seguir y tratar de compararme con algo que simplemente no soy yo. Es como querer ver similitudes entre mariposas y caballos.
¿Quién nos dijo que teníamos que competir con caballos si somos mariposas?
Supongo que nosotras mismas, porque al principio, nos dijeron que no podíamos competir como caballos… y ¡nos enojamos!
¡Claro! Porque las mariposas todo lo podemos ¿no? No dejamos que nos digan que podemos o no hacer.
La realidad es que no somos caballos, nunca lo fuimos y jamás lo seremos. SOMOS MARIPOSAS y estamos tan ensimismadas en actuar como caballos, que ya hasta nos olvidamos de cómo ser mariposas., de dejarnos guiar por ese instinto y ser grandiosas en lo que somos.
En vez de eso, sólo nos quejamos de los caballos, con sus hermosas melenas, son súper rápidos y como trotan galantes por el campo y cómo es que nosotras no podemos.
¿No te das cuenta que todo esto está mal? ¡¿No te das cuenta que no puedes trotar, pero puedes volar?! Extender tus alas y no tener límite para ir a dónde desees.
Tampoco se trata de hacer nuestra propia carrera exclusiva de mariposas porque caeríamos en lo mismo: ¿Porqué yo no tengo las alas así? ¿Porqué yo no puedo volar tanto como aquella? Además, estaríamos excluyendo a los caballos tal como alguna vez nosotras nos sentimos excluidas, cayendo en un absurdo total, haciendo exactamente lo mismo de lo que nos venimos quejando durante años.
Se trata de saber quién eres, y construir tu propio camino, tu propia carrera, donde vueles o galopes a tu propio ritmo, sin pretensiones, real, solo tú, entregándote a tu pasión, tu arte, tu trabajo, y nada más… ¡ah! Y ser feliz en el proceso.

Fotógrafa mexicana egresada de la Escuela Activa de Fotografía de la ciudad de Querétaro.
Poco tiempo después de graduarse realizó su primera exposición fotográfica en la ciudad de San Miguel de Allende: “Transformación del alma”.
Ha tomado diversos talleres de fotografía entre los que destacan el Taller de Fotoperiodismo que la Agencia Magnum imparte en Nueva York cada año, y el Foundation Workshop en Texas, especializado en fotografía documental de bodas.
Fué nominada a “Fotógrafa novata del año” dentro del Congreso de Fotografía: “BodaF”.
En el 2011, lanzó el sitio web de bodas: “a punto de casarse” dedicado a dar consejos útiles a todas las parejas que estuvieran organizando su gran día.
Ponente en el primer congreso de fotografía “F14” en Diciembre del 2013.
Ha participado en varias ocasiones en la organización de múltiples talleres nacionales e internacionales, así como convenciones de fotografía.
Diana ha enfocado su carrera principalmente, en el fotoperiodismo de bodas y ha impartido varios talleres, cursos y pláticas al respecto.
Le gusta pensar que su trabajo fotoperiodístico sirve un propósito.. es como dejar huella, un legado. Para ella cada día, es una oportunidad de sorprenderse.
Las bodas son su idilio. Sin embargo, la maternidad le dio un nuevo significado y sensibilidad a su trabajo y a lo que ve en cada imagen.
Actualmente vive con su esposo y sus dos hijos, sorteando la gran labor de ser mamá y fotógrafa.