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FILM VS DIGITAL «EL PURGATORIO DEL ARTISTA PRINCIPIANTE»

Soy Ana Zagal, humana de casi 29 años pero fotógrafa recién nacida y artista desde mi otra vida. Durante los últimos casi 6 años, he estado rodeada de influencias en materia creativa que me han ayudado a formar mi estilo y a consolidar la narrativa para cada imagen que ayudada  de mi canon T3i construyo de vez en vez.

Entre muchos, hay un tema que desde siempre ha llamado mi atención, y es la lucha constante entre los fotógrafos veteranos y los fotógrafos contemporáneos. Disputas hay muchas, pero el uso de análogo o digital, definitivamente es una de las más socorridas.

Yo inicié mi formación como fotógrafa en la universidad, aprendí en análogo: desde la captura hasta el revelado en cuarto oscuro. No me gustaba la fotografía en ese momento. Digamos que tuve un profesor con un TOC extremo hacia los súper enfoques y eso chocaba con mi TOC extremo hacia las buenas calificaciones, pero aprendí… y resulta que me apasionó, años después, vendí mi Chevy 2005 y me compré una cámara digital. Un mundo nuevo surgió: las posibilidades para probar mil estilos, la facilidad con la que te haces de un portafolio a bajo costo, el montón de cosas que puedes hacer con un clic. Mi Sony era de turista (como yo le decía), no tenía lentes intercambiables pero me gustaba el zoom porque me permitía “espiar” el mundo muy a la Hitchcock en “La ventana indiscreta”. Hice muchos cursos, presenciales y en línea; leí muchos artículos y blogs, me involucré con los fotógrafos destacados de mi localidad (todo esto lo sigo haciendo, es un hábito enriquecedor) y hubo varios que me recriminaban, me decían que lo digital era para principiantes, que los verdaderos fotógrafos usaban rollos y revelaban tal y como era la realidad, decían que lo digital manipulaba las escenas y que era un pecado el corregir contrastes, brillo, negros, blancos, filtros, reencuadrar…

En mi experiencia con ambas posibilidades entendí varias cosas: no hay bueno ni malo, pero en mi caso, las posibilidad de una cámara digital pudieron hacer más por mi y por mi necesidad de comunicar. Sobre la supuesta manipulación de la imagen, entendí que también sucede con la vieja usanza del film, uno puede reencuadrar, dar tiempos a los químicos y jugar con todos los valores que mencioné… las posibilidades al igual que en lo digital, son infinitas y esas posibilidades las da –bendito- cada mente brillante del fotógrafo a cargo.

Tanto el film como lo digital, hoy por hoy pueden ser emulados: una foto de rollo puede parecerse a una digital y viceversa, siempre y cuando se dominen bien ambos mundos (yo no soy experta en ello, y asumo las criticas de mi aseveración porque algunos dicen que no); hay quienes dicen que la foto de rollo es más romántica, pero en mi caso, me enamoro cada vez que creo un nuevo recuerdo aún usando mi dispositivo móvil o mi mente (porque hay fotos que debes conservar tú, que no debes compartir ni siquiera con tu cámara viajera). Tan sólo imagina cuán afortunados somos que tenemos la oportunidad de elegir entre posibilidades, las variables las controlamos nosotros: cuánto presupuesto tengo, qué proyecto es, cómo voy a contarlo, el tiempo que tengo para invertir, cuál es el formato de salida que voy a usar

… en fin, lo digital y análogo se ha vuelto un recurso más en el proceso creativo, y más que una distinción, es relevante ocuparnos en conocer cada uno (no leerlo, tocarlo, sentirlo…) y ya que hemos hecho ese ejercicio, tomar la decisión con base en nuestra comodidad, como dicen por ahí: elegir aquello que nos hace felices.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Como en todo, el qué dirán sale sobrando, aquí el verdadero arte de hacer fotografía radica en las decisiones que tomamos al momento de soñar, y la maravilla de ser artistas es que podemos experimentar sin miedo al resultado. Ya lo dice Kit White en su libro “101 things to Learn in Art School”: Embrace the happy accident.