
Recientemente escuchaba en una mesa cercana a la mía en un café, a una pareja de novios donde ella le cuestionaba a él por un like que dio en Facebook e inmediatamente le respondió, un tanto alterado y alzando un poco la voz, sobre los comentarios que ella había recibido respecto a una foto que publicó, diciéndole que no se veía tan bien como le habían puesto y, adicional a los aspectos de violencia que se pueden detectar en esa plática y mi actitud entrometida, me di cuenta del poder que la gente le da a las redes sociales, que dicho sea de paso, también se ejerce violencia con ellas.
Mucho se ha escuchado decir que las redes sociales en lugar de acercarnos nos aleja más y yo creo que en lo que respecta a la pareja es mucho más (si lo permitimos). Bastantes casos hay de personas que cierran sus cuentas, que eliminan, bloquean o no aceptan ciertos contactos para evitar problemas, porque la confianza está por los suelos, como solemos decir, y se tiene el pensamiento mágico de que el control sobre una red social, hará que la pareja nos ame incondicionalmente, sea fiel y leal. Y también conozco personas que prefieren no tener a la pareja como contacto en redes, refiriendo que es para mayor tranquilidad, pero la realidad es, que el problema no es la red social, es el uso incorrecto que se le da.
Lamentablemente, entre más actualizaciones hay de cada aplicación, mayor es el grado de ansiedad que provoca ¿A qué me refiero? Recordemos que al inicio, WhatsApp no ofrecía tanta visibilidad de la recepción y lectura de nuestros mensajes, y ahora al tener tanta información, no paramos de escuchar a la gente diciendo: ya no le llegan mis mensajes, ya lo recibió pero no lo ha visto, ya me leyó pero me dejó en visto, ya no veo su foto seguro ya me bloqueó, estuvo en línea hasta la madrugada, ¿pues con quién estaría hablando a esa hora?… y así, se van poniendo en un estado hipervigilante en donde, entre más información brinde esa aplicación, más se quiere saber y más ansiedad provoca, porque es tanta la inseguridad, que se necesita de esa evidencia para (según) estar en calma, lo cual no va a suceder si no lo atendemos a tiempo.

Un estudio publicado por la revista Cyber Psychology and Behaviour Journal afirma que desde 2004, las redes sociales como Facebook, Twitter o WhatsApp interfieren en más de 80 millones de rupturas de pareja en todo el mundo, es la causa de separación de uno de cada cinco divorcios. Se estima que en México el 30% de los usuarios ha tenido problemas con sus parejas por el uso de esta red (Elpais.com, 2013).
Entonces sí, las redes sociales pueden ser muy positivas si se usan con moderación; porque nos permiten mantenernos al día con las últimas noticias, socializar con personas que compartan nuestros intereses, y acercarnos a aquella gente que se encuentra lejos o tenemos tiempo sin ver. El problema viene cuando se solicitan las contraseñas o investigamos sin consentimiento con el fin de buscar (para encontrar), con quién platica la pareja, qué fotos tiene, con quien tiene llamadas, etc., es una huella electrónica equivalente al trillado labial en la camisa o el rastro del perfume ajeno.

Recientemente en México tuvimos la presencia de un programa en internet donde una conductora abordaba a parejas en la calle, cuestionando si mantenían una relación, si esto era confirmado, ella ofrecía dinero a cualquiera de las partes para permitir que le revisara el celular, en específico fotos, WhatsApp, Messenger, etc. Pero por cada rubro a revisar, iba ofreciendo más dinero, lo cual podía poner en jaque a la pareja, sobre todo si había algo que esconder, lamentablemente y cierto o no, mucha gente fue testigo de peleas, cuestionamientos, llantos, enojos, intentos de justificación, mentiras y probablemente hasta rupturas por la evidencia encontrada. Y tal vez no siempre se trató de una infidelidad como tal, pero como le escuché decir a otra terapeuta: no hagas cosas buenas, que parezcan pende…das.
Pero esto también tiene una parte positiva, porque la evidencia cibernética ya se puede presentar en los juicios de divorcio y al menos en países como Inglaterra, Facebook es citado en 20% de ellos. Pero por favor, esto no significa que te pongas a revisar el celular o computadora de tu pareja con el fin de encontrar algo incriminatorio, porque también es una realidad que, se envía un mensaje con una intención y se puede leer de otra totalmente diferente, y entonces ya comenzamos con los problemas de comunicación y queremos utilizar el mismo medio para «solucionarlo», caemos en nuestra propia trampa.

Debo confesar que también he sido tocada por este terrible padecimiento, lo cual me lleva a trabajar la confianza en mí y en mi relación y darme cuenta que mi pareja no es un mensaje, una llamada, un emoji o un sticker; mi pareja y mi relación son más, mucho más que eso. Y esa es mi conclusión y mi invitación para ti que me lees y te estás identificando, hoy se ha hecho más fácil ignorar a la gente simplemente dejando de escribirle o de llamarle, nos hemos convertido en cobardes atrás de una pantalla, o intentando tener una vida virtual y una real simultáneamente, sin darnos cuenta que podemos lastimar a gente que se supone, amamos o queremos y solo quiero decirte que no existe ningún aparato electrónico, ninguna realidad virtual, ninguna aplicación que asemeje el contacto cara a cara, una plática mientras se ven a los ojos o toman sus manos, una resolución de un conflicto valientemente hablada de frente, un trabajo de la confianza en pareja y propia ¡No des el control de tu relación a un grupo de comandos y circuitos!
Cuestiónate y reconoce tus carencias, solo es prueba de tu humanidad y no será nada que no pueda mejorar con el acompañamiento de alguien especialista en salud emocional.
Gracias por leerme, nos encontramos pronto.
Psi. María Mendoza

Psicóloga clínica y especialista en sexología educativa por el Instituto Mexicano de Sexología, orgullosa mexicana, mal hablada, feminista, amante de los caninos, un buen vino tinto, chocolates y los frutos rojos. En la ciudad, prefiero los días fríos o lluviosos, rebelde con causa, Cáncer según los astros, repostera según mi corazón. Luchadora incansable por la equidad de género, creo firmemente que podemos hacer la diferencia en cuanto a vivir una sexualidad mejor, plena y libre de prejuicios. Provengo de una madre amorosa, entregada y un padre proveedor que me dieron tres increíbles cómplices de vida y de ahí, dos sobrinos que me llenan el corazón. Acompañada de una excelente pareja, que fue la abundante cosecha de lo que trabajé en mí. Actualmente trabajo en la terapia individual, donde la mayor remuneración no ha sido solo económica, también la del alma, me satisface enormemente recibir el agradecimiento de mis consultantes, así como verles convertirse en seres más libres, responsables y felices. Creo que todos los seres humanos deberíamos poder viajar alrededor del mundo, los viajes me han permitido valorar mis raíces, mi familia, mis amistades, conocer otras culturas, otros idiomas, otras formas de pensar y, sobre todo, la calidez y el cuidado que las personas pueden tener por otras. Deseo que mis palabras puedan llegar tan lejos que permitan a aquellas personas que me leen, cuestionarse, dudar, buscar más información…en fin, que les lleguen al corazón.