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FOTOGRAFÍA PARA NIÑOS Y ADOLECENTES

Como fotógrafa he tenido la oportunidad de dar clases tanto a adultos como a adolescentes y niños. Considero que no hay mayor satisfacción que poder compartir conocimiento que no sólo es una herramienta para el aprendizaje, también es una manera de expresión artística, creatividad y una gran manera de conectarse con uno mismo y de indagar el mundo. Es por esto que considero que las clases de fotografía para adolescentes y niños deberían de estar consideradas en todas las escuelas. Aquí les comparto algunas de sus ventajas.

Por un lado, estamos en una época en donde todos hacemos fotos, todos conocemos y leemos el lenguaje de la imagen, pero pocos nos detenemos a analizarlo. El saber cómo se logran esas imágenes, el idioma de la luz y de la composición, les dará herramientas muy útiles para la actualidad, observarán las fotos con otros ojos y tendrán una lectura mucho más profunda en este mundo digitalizado.

La fotografía también les permite estar en contacto con la naturaleza así como en comunicación con el mundo que ven y que quieren plasmar a través de la cámara, se vuelven mucho más observadores. Una cámara puede volverse la mejor compañera de aventuras de un niño, una manera de captar su visión del mundo.

  Qué mejor manera de adquirir seguridad en uno mismo que por medio de la fotografía. No hay como ir dominando sus elementos y darnos cuenta que avanzamos, el aprendizaje con la fotografía nunca se detiene, se mejora con la práctica, siempre hay retos y el hecho de que ese avance se vuelva tangible en imágenes es una gran satisfacción, un logro importante que siempre les dará confianza y seguridad, sobre todo cuando se ven impresos y plasmados en una foto hecha por ellos colgada en la pared. Además, para hacer fotografía es necesario saber dirigir, saber lo que queremos, buscarlo y saber pedirlo, por lo que los obliga a tener la seguridad de ser líderes mientras sostienen la cámara. La técnica les permite desarrollar su coordinación y aprendizajes desde las matemáticas para aprender a exponer, a ser rápidos con sus decisiones, a enfocarse en lo que quieren y plasmar sus ideas. El aprender a manejar la cámara desarrolla sus habilidades motoras y les da una herramienta de conocimiento que les servirá para siempre no importa lo que hagan, no es necesario que se dediquen a ser fotógrafos en un futuro.

La composición y conocimiento de la luz les permite comunicarse y expresarse a través del arte, divirtiéndose y al mismo tiempo siendo inventivos. El dominar el lenguaje de la composición les hará interesarse en la cultura, las expresiones artísticas y los volverá más sensibles, porque la fotografía no es algo únicamente práctico, requiere de sensibilidad y de conexión con uno mismo. Esto les ayuda a escuchar su propia voz y a ser auténticos, valorando no sólo su visión del mundo sino también encontrando fascinación y respeto en otras expresiones artísticas. La maravilla de saber que, con una cámara en mano, aunque hagamos retrato del mismo objeto o persona, todos tendremos una visión y versión final diferente, da sentido al respeto por los demás y por nosotros mismos.

Para un niño, la fotografía es algo mágico: pulsar un botón y ver el resultado inmediato los emociona sobre todo al saber que son ellos los que logran ese resultado inmediato. Si además, van dominando cada elemento, se va volviendo una mayor satisfacción pero sobre todo la fotografía les permite vencer miedos y materializar su imaginación, ya sea con programas digitales o sin ellos, un niño o adolescente puede “volar” en sus imágenes tan alto como desee, vencer monstruos imaginarios, poner cara a sus sentimientos y hacer cualquier sueño realidad. En la fotografía no hay límites, el límite está en nuestro interior.

Todo esto además se aprende jugando, la fotografía es un juego que vale la pena que todos conozcamos y  es una manera excelente de explorar el mundo y conectarnos con nuestro interior al mismo tiempo