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LA MAGIA DEL ORDEN – crónicas de la vida real

Todo comenzó con un mensaje a principios de diciembre: “señora, no voy a ir”.. pensé que sería solo esa ocasión (como las últimas cinco veces que me había ocurrido.. ya sé.. ingenua yo); sin saberlo, a partir de ese día ya no contaría más con ayuda en mi casa. Poco a poco, los sentimientos de enojo, frustración y hasta algo de traición fueron apoderándose de mí. Con la temporada navideña en puerta, y un par de niños pequeños, ustedes hagan los cálculos. ¡Aquello fue la locura!

Para no perder la cabeza, me concentré principalmente en entregar a tiempo todo mi trabajo, y a pesar de que todo diciembre no contamos con ayuda doméstica extra, sobrevivimos 3 semanas sin notarlo tanto, pues entre las vacaciones que no estuvimos en casa, y los días feriados, nuestra casa se mantuvo más o menos en orden.

Inclusive, mi esposo y yo llegamos a plantearnos la idea de no contar con ayuda nunca más.. somos dos adultos perfectamente capaces de lidiar con la limpieza de nuestra propia casa, no? Además de que sería una excelente oportunidad para ir integrando a los pequeños en los quehaceres diarios. Suena precioso! no? pero la práctica es un poquito diferente..

Llegó Enero y junto con él, el famoso programa de Marie Kondo (si se emocionaron al ver su serie en Netflix les recomiendo lean “La magia del orden”). Me topé con su libro hace un par de años, justo cuando iba a nacer mi segundo hijo, ya saben.. decidí aprovechar la “fiebre del anidaje preparto” y le dí una “organizada” a mis espacios. Lo pongo entre comillas, porque al nacer el bebé, la verdad es que la ropa, y demás cosas, fueron acumulándose hasta llegar al status de “intervención urgente”.

Por ejemplo: Los juguetes en mi casa se reproducen como conejos! Donde pones un carro, al día siguiente hay tres! ¿Cómo ha pasado eso? ¡Mi esposo y yo literalmente no compramos juguetes! La situación sigue siendo un misterio.. pero creo que todo padre enfrenta la misma situación. Y la ropa.. ¡ni se diga!

En fin, mi casa era, o es (en algunas partes todavía), un receptáculo de acumulaciones diversas, producto de meses, y en algunos casos, años de cosas que me he rehusado a tirar, y/o regalar. ¿por qué? Son miles las razones que podemos dar: “es un recuerdo”, “me encanta este pantalón aunque ya no me venga”, “mi mamá me regaló esta cajita cuando tenía 3 años” y así la lista sigue!

Para las que no saben de lo que les hablo, Marie Kondo, en su libro (y en el programa también) te da consejos prácticos para ir abordando todo el desastre que hay en tu casa. Todos esos rincones llenos de cosas que, sin darte cuenta, te roban paz, y energía. Te dice que comiences con tu ropa, y no solo abrir el closet y elegir que regalar.. No! La cosa va más allá.. literalmente tienes que sacar TODO de tu closet y ponerlo en un lugar donde veas TODA tu ropa. Primero te da un schock al ver la cantidad de cosas que tienes! (y yo que siempre pienso que no tengo que ponerme). Luego, tomas cada prenda, la sientes, piensas en lo que te evoca, y te preguntas: ¿la uso? ¿me gusta? ¿me hace feliz? Y siendo honesta conmigo misma, descubrí que mucha ropa no me hacía feliz, y  por lo mismo, no usaba. Así que le agradecí (a la ropa) y la dejé ir..

El siguiente paso es aprender a doblar la ropa que te queda y a ponerla en cajones.

Y así, sigues con diferentes cosas de tu casa: papeles, juguetes, cocina, kumono, etc.

Al finalizar, en teoría debes de sentir una paz y tranquilidad porque tu casa ya está en completo orden y armonía, ya que cada cosa que posees (que ahora es el 10% de lo que tenías antes de iniciar este proceso) tiene un lugar asignado y perfectamente definido en tu espacio pulcro e inmaculado.

Bueno, pues quien haya completado la guía, me avisa qué se siente, porque yo de plano, me quedé en la parte de la doblada.. jajajaja!

El fin de esta triste historia, es que sigo sin tener ayuda extra, y no sé si ya no me molesta tanto, creo que es agradable no tener a una persona extraña limpiando mi desorden. Segundo, por fin tengo mi ropa ordenada como yo quiero! La desventaja es que tengo que hacerlo yo.. jajaja. Tercer punto.. creo que a pesar de sus cortas edades, mis hijos están entendiendo el significado de recoger sus juguetes, y lo hacen!

Por increíble que parezca, y molesto que pueda llegar a ser para un pobre padre  los niños están interesados en participar en las actividades de orden y limpieza de la casa! el truco está en hacerlos partícipes y ser PACIENTES… M-U-Y  P-A-C-I-E-N-T-E-S, porque cuando tu hijo de 2 años quiere ayudarte a lavar los trastes, lo peor que puedes hacer es no dejarlo. Claro, en vez de 15 minutos, tardarás 1 hora, pero te quedará la satisfacción de haberle enseñado a tu hermoso retoño el valor del orden y la limpieza en tu casa.

Y así termina esta hermosa historia.. bueno, ya me tengo que ir, que tengo que lavar, editar, fregar, barrer, vender, escribir y dormir. Cualquier similitud con la realidad de much@s es mera coincidencia!