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LOS NIÑOS Y EL ARTE : CONOCE EL MUSEO NACIONAL DE SAN CARLOS Y SUS PROPUESTAS PARA LOS MAS PEQUEÑOS

Hola!

La semana pasada di un paseo por el Museo Nacional de San Carlos  en donde conocí a Margarita Jiménez  Ocaña, quien es jefa de aprendizaje y mediación en el museo.

Me platicó de las salas de inmersión, que son especialmente diseñadas para los más receptivos al arte: los niños. Éstas se localizan al fondo del patio principal, entrando por la calle Puente de Alvarado No.50 y van cambiando de acuerdo a las colecciones que se encuentran de momento. En esta ocasión pude apreciar a Cranach y a Goya, quienes tenían asignada una sala.

La sala dedicada a Lucas Cranach, está ubicada del lado izquierdo de la entrada y está llena de color. Un hermoso tono rosa mexicano decora los muros, en el piso y en tres paredes se despliega un juego gigante de serpientes y escaleras que nos dan un paseo por diversos datos sobre la obra y estilo del artista. En  medio de la sala se ubican dos mesas pequeñas que invitan a sentarse, en ellas hay un tablero del juego tradicional de serpientes y escaleras, dados y gises, mientras que en la pared contraria hay un pizarrón gigante que les exhorta a expresar sus sentimientos y emociones a modo de pintura.

Del lado derecho se encuentra la sala de Francisco Goya, mucho más oscura y envuelta en misticismo. Sus muros, están pintados de un negro mate, invitan a recorrer cada rincón, por la izquierda los murciélagos vuelan sobre un escritorio donde «El sueño de la razón produce monstruos», en medio postraron figuras retorcidas y monstruosas que observan sigilosas a los visitantes entre brujas, caprichos y disparates, mientras que cuerpos encostalados, algunos pendientes del techo y otros apilados en el suelo, esperan ser descubiertos. Pero el recorrido no ha terminado, en la extrema derecha de la sala hay un pasaje tenebroso donde una figura oscura y encapuchada, aguarda con paciencia haciéndose llamar “El coco”. Las salas de inmersión, son sin duda, una manera emocionante y divertida de incursionar a los niños en el arte pictórico pero no es la única propuesta que tiene el Museo Nacional de San Carlos.

Cada último viernes de mes, se realiza el “Viernes de serpentinas y confeti” en donde  niños de 5 a 10 años pueden conocer las salas de la colección y disfrutar de talleres y actividades que desarrollan su potencial artístico. Además de ser un excelente aliado de los padres que trabajan, es una extraordinaria oportunidad de tomar gusto por los museos pues el horario es de 10 a 14 horas, mismas donde convierten a San Carlos en su segundo hogar.

«La maleta de San Carlos» es una herramienta que lleva el museo a quien no puede  asistir al recinto. Se trata de una maleta que guarda en su interior 10 láminas de reproducciones de obras que se encuentran en la colección permanente, material de apoyo, títeres, joyería y diversos utensilios. Los niños pueden no sólo observar las obras sino hacer divertidos juegos como representar las escenas de las láminas con la ayuda de utilería. Este tipo de interacciones se denominan visitas interpretativas y se basan en una metodología que surge hace aproximadamente 20 años, creada por un grupo multidisciplinario liderado por Howard Gardner quien fue un investigador de la universidad de Harvard. Con este sistema se provoca un diálogo y la participación de todos los involucrados en la visita, de modo que el guía se convierte en un mediador entre la obra y el grupo de espectadores.

El Museo Nacional de San Carlos cuenta también con un camión que fue donado por la Cámara de Diputados de la ciudad de México y lleva materiales didácticos y talleres que son dirigidos por una pedagoga. El camión incluye una predela  gótica (la predela es un fragmento de altar que suele estar decorado por pinturas o esculturas que van recorriendo el marco de la parte inferior del retablo)  y se dirige a escuelas de zonas conurbadas de la ciudad. Entre las actividades que se ofrecen en el camión, los niños son motivados por medio de preguntas a analizar las obras, asimilarlas y observarlas con detenimiento, se les permite explorar sus propios límites y al final realizan un ejercicio sobre el estilo gótico.

Incursionar nuestras nuevas generaciones en el arte, debe verse como una inversión a corto, mediano y largo plazo.  El arte es un lenguaje que permitirá que los niños se expresen a través de su creatividad e imaginación en el transcurso de su desarrollo e incluso en su vida adulta, es un estilo de vida con muchos beneficios, el permitirles desarrollar su creatividad les convierte en seres humanos más empáticos, analíticos, creativos e innovadores.  Es por eso que yo definitivamente recomiendo dar un paseo por este hermoso museo que definitivamente tiene las puertas abiertas para chicos y grandes.

Millie Rosas